jueves, 24 de agosto de 2017

“Culebrones” de inspiración literaria

¿Es una telenovela mejor que otra porque tenga como origen un clásico de la literatura? Hay quienes piensan que sí, otros discrepan totalmente de ese aserto. Por ejemplo, Ibsen Martínez, escritor y guionista de telenovelas tan exitosas como Por estas calles, quien afirmó: «El que una telenovela se base en una obra literaria de valía no le otorga un cariz cultural más elevado. Es una telenovela y punto».

José Ignacio Cabrujas
No obstante, José Ignacio Cabrujas, autor de importantes producciones dramáticas venezolanas, tanto en teatro, cine y televisión, aseguraba en una conversación sostenida con el periodista Nelson Hippolite (1): «Los que hemos escrito telenovelas a lo largo de ese escribir, nos hemos dado cuenta de algo: la telenovela existe como un género con unas características. El problema no está en alterar el género a fin de negarlo, sino en encontrar dentro de él su propio rescate, su propia trascendencia e importancia que lo catapulte como un gran género…».

Liliana Durán y Alberto Arvelo en
La Fierecilla Domada, de Shakespeare.
Fuente: Libro 25 años de RCTV
Por ello, a él le molestaba cuando se planteaba recurrir a los clásicos literarios como una manera de “elevar” el nivel cultural de su audiencia: «Tú hablas con Antonio Pasquali, y te dice: 'es bueno mejorar la telenovela para que la gente pueda ver a Ionesco'. Eso me lo dijo a mí, en mi cara; es decir, que la meta cultural de Antonio Pasquali es que la gente vea a Ionesco, por lo tanto, mejora tu podredumbre para que le des un escaloncito a esto, porque cuando tú ves a Ionesco, te salvaste en la vida, te rescataste. Es el eterno problema de considerar que Beethoven es mejor compositor que Tite Curét Alonso. No, coño, no. Raúl Amundaray me comentaba, hablándome de un actor: 'él es muy bueno en su género'. Yo escribí la misma frase: Beethoven es muy bueno en su género. Tite Curét es muy bueno en su género. ¿Y por qué los dos no pueden convivir?». He ahí el dilema.

Los clásicos de la literatura universal marcaron el nacimiento de la televisión venezolana. Tal como lo afirma Roldán Esteva Grillet, en Política y Poética del Rating (Encuadre, 1992), "así como en el cine venezolano se dieron con adaptaciones literarias (verbi gratia: La balandra Isabel llegó esta tarde) la televisión buscó eventualmente servir de traductora para las masas de ciertas obras cimeras: Televisa transmitió en 1958 una adaptación de Doña Bárbara, con la cantante folklórica Adilia Castillo de protagonista.

Hilda Vera y Luis Salazar en El Águila de dos
cabezas
. Fuente: Libro 25 años de RCTV
Poco a poco este incipiente medio incorporó y desarrolló un lenguaje propio para la pantalla chica que permitió adaptar estas producciones literarias y divulgarlas a un público mucho mayor. Espacios dramáticos pioneros como Anecdotario, Ciclorama, Teatro del Lunes, entre otros, eran nutridos con versiones más o menos libres de autores como William Shakespeare, Leon Tolstoi, Alejandro Dumas y Charles Dickens, entre otros. 

En los años 50 fueron transmitidos en vivo, en capítulos de 15 minutos de duración, adaptaciones de Historia de dos ciudades, de Dickens, con Hilda Vera y Luis Salazar; El Águila de dos cabezas, de Jean Cocteau, con la misma pareja; e Ifigenia, de Teresa de la Parra, con Peggy Walker, todas por Radio Caracas Televisión (RCTV). 

Carlota Ureta Zamorano y  Peggy Walker
en IfigeniaFuente: Libro 25 años de RCTV
Una década más tarde, esta fuente siguió nutriendo la televisión nacional, aunque ya se vislumbraban nuevas tendencias, como el desarrollo de historias originales o versiones de radionovelas, tan populares en esa época. Por ejemplo, Anna Karenina tendría a Amelia Román y a Jorge Félix como los infortunados amantes de Tolstoi en Venevisión y se transmitía una nueva adaptación de Ifigenia, esta vez con Conchita Obach. Sin embargo, también triunfaban en RCTV producciones como El Derecho de Nacer, adaptación del melodrama radial cubano de Félix B. Caignet, que protagonizaba la misma Obach junto al galán Raúl Amundaray.

A mediados de los años 70, para sortear los lineamientos gubernamentales que restringían la transmisión de telenovelas tanto en horarios como en temáticas, las televisoras nacionales decidieron apelar a una fórmula que conocían desde sus inicios y volvieron sus ojos a las adaptaciones de clásicos literarios como una manera de “elevar” el nivel cultural de estas producciones.


Así, RCTV produjo varias telenovelas y miniseries inspiradas en la literatura venezolana. Rómulo Gallegos fue uno de los autores más favorecidos en la difusión de su obra, aunque ya varias novelas del maestro habían sido producidas por Televisa (antecesora de Venevisión) y transmitidas en vivo en capítulos de un cuarto de hora durante los años 50. En aquella época, como ya se mencionó, Adilia Castillo interpretó a Doña Bárbara (1958); Oscar Martínez protagonizó Cantaclaro; y Olga Henríquez y Américo Montero, La Trepadora.

En el nuevo ciclo galleguiano de los 70, Marina Baura dio un giro a su carrera, cimentada en la telenovela rosa con títulos como Lucecita y La usurpadora, para encarnar a la “Devoradora del llano” Doña Bárbara (1974), con Elio Rubens  como Santos Luzardo; Marisela Berti, como Marisela; Rafael Briceño, Lorenzo Barquero; Carlos Márquez, Balbino Paiva; Guillermo González, el bachiller Mujiquita; y Enrique Benshimol, Míster Danger. 



Esta versión fue muy elogiada y replanteó la temática de los dramáticos televisivos, algo que ya se había asomado en 1974, cuando RCTV produjo Boves el Urogallo, de Francisco Herrera Luque, una historia que muchos vaticinaron como un error por su costosa y difícil adaptación a la pantalla chica, pero que demostró ser un éxito enorme de crítica y público para Gustavo Rodríguez en el rol protagónico. Así que el éxito de Doña Bárbara permitió seguir recorriendo ese camino y abrió el paso a lo que luego se llamaría como la “telenovela cultural”, un término ambiguo en su planteamiento, aunque evidencia el concepto de cultura que se ha manejado dentro de las televisoras nacionales.

Mahuampi Acosta, Hilda Vera, Gustavo Rodríguez, Doris Wells, Oscar
Martínez y Martha Olivo en La Trepadora. Fuente: RCTV
Por su parte, Doris Wells, la eterna inconforme de nuestra pantalla local, enfrentó en varias oportunidades las heroínas galleguianas. En 1975 dio vida a Victoria Guanipa y acompañada de Oscar Martínez, Hilda Vera y Gustavo Rodríguez encabezó una nueva versión de La Trepadora

De esta producción Luis Barrera Linares, especialista en la obra de Gallegos, destacó las actuaciones de Rodríguez y Wells, por “su modo de hacer unos personajes…realmente convincentes; no estoy seguro de que pueda ser superada por unos actores menos profesionales”.


Marina Baura y Miguelángel Landa en
Canaima.  Fuente: RCTV/El Nacional
Doris reincidiría con Gallegos: en dupla con Miguelángel Landa asumieron la gran responsabilidad de llevar el doble rol protagonista en Pobre Negro (1975-76), con los personajes de Luisana Alcorta / Ana Julia Alcorta ella y Negro Malo / Pedro Miguel Candelas él. Ese mismo año Marina Baura, Marisela Berti y Landa se reunirían en Canaima (1976), producción que contó con un presupuesto total de tres millones de bolívares, un récord para la época; y para cerrar este ciclo, RCTV transmitiría Sobre la misma tierra (1977), con Alberto Marín y Marina Baura, en el doble rol de Cantaralia y Remota Montiel. Esta versión fue de todas la menos exitosa.




. Capítulo de la telenovela Pobre Negro. Fuente: canal YouTube Mas TV
Miguelángel y Doris: dos campeones de
la actuación. Fuente: RCTV
Gallegos no fue el único autor venezolano a quien recurrieron los libretistas de esa planta: de Guillermo Meneses se llevó a la televisión La Balandra Isabel llegó esta tarde (1976) con Marina Baura como Esperanza y Miguelángel Landa como el navegante Segundo Mendoza, recreando una historia que ya había sido llevada al cine con extraordinario éxito en 1950, con Arturo de Córdoba y Virginia Luque. El elenco incluía a Marisela Berti como Isabel, la esposa; al niño Otto Rodríguez, a María Teresa Acosta como la loca María y a Rafael Cabrera como el brujo Bocú. Lamentablemente, la versión televisiva no contó con el respaldo de público que se hubiese esperado de una pareja y elenco tan prometedores, algo que sí ocurrió con Campeones, también de Meneses adaptado por Cabrujas (RCTV, 1976), en la cual la frescura y naturalidad de los personajes interpretados por Doris Wells y Miguelángel Landa cautivaron a la audiencia. 

En esto de la inspiración literaria, Cabrujas no  era el único. En 2006, el escritor zuliano Julio César Mármol confesaba: «Muchas de mis novelas han surgido del pasado; por ejemplo, en El Desprecio, yo me inspiré en Claudio, el emperador romano y en esa figura yo me basé para esa telenovela» (diario Panorama, 22/03/2006, p.3-12). Mármol aseguraba en esa entrevista que se consideraba un historiador frustrado «…y es que desde niño fue mi gran pasión. En una oportunidad una amiga me confirmó que la mujer andina le enseña a sus hijos la pasión por el poder».

La Fiera (1978), que según la tradición tenía como punto de partida Los Hermanos Karamazov, de Leon Tolstoi, en realidad nació de una confrontación familiar zuliana: «Yo llego a esa historia de la mano de José Ignacio Cabrujas porque él tenía en mente la situación de los Semprún y los Meleán, dos familias por todos conocidas que se estaban matando en Maracaibo y Santa Bárbara, al punto de que se habló de muerte de niños en sus cunas. Nadie podía con ese odio y esa barbarie. José Ignacio y yo escribimos juntos al principio, pero por percances personales, él me designó como el escritor de lo que hoy conocemos como La Fiera».

Algunas escenas de La Fiera. Fuente: canal YouTube de Globovisión

Raúl y Mayra en
Piel de Zapa.
En el imperio de las adaptaciones, no todo lo que brillaba era oro. Uno podría encontrarse desde versiones libres (¡muy libres!) como Resurrección (Rctv, 1977) de León Tolstoi, con libretos de Manuel Muñoz Ricos y Ligia Lezama,en los que Marina Baura y Raúl Amundaray daban la cara en una trama bastante distorsionada de la original; a otros más convincentes. Podemos citar en ese renglón a Tormento (1977), de Benito Pérez Galdós, adaptada por José Ignacio Cabrujas y dirigida por Román Chalbaud, con Mayra Alejandra, José Luis Rodríguez y Jean Carlos Simancas;  y a Piel de Zapa (1978), de Honorato de Balzac, adaptada por Salvador Garmendia, con Mayra Alejandra, Pierina España y Raúl Amundaray.


William Moreno, Yolanda Muñoz y el maquillador Carmelo en una de las escenas
que causó mayor revuelo de Resurreción. Fuente: captura de pantalla.


Jean Carlos Simancas, Pierina España y José Luis Rodríguez en
Sangre Azul. Fuente: Apuntes.TV
Sangre Azul (1979), surgida de la pluma de Mármol, tuvo como referencia Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell, mientras que Panchito y Arturo (1981) estuvo basada en El Príncipe y el Mendigo, de Mark Twain, protagonizada por Amílcar Rivero en un doble rol. 


Las novelas de Venevisión de esa época también son un compendio de aciertos y estruendosos fracasos: Cumbres Borrascosas (1976) se inspiraba en la novela homónima de Emily Brönte, adaptada por Delia Fiallo, con una debutante Elluz Peraza en el rol de Catherine, acompañada por José Bardina como Heatcliff; Laura y Virginia (1977) se nutría del argumento de La Fábrica, adaptada por Enrique Jarnés y Delia Fiallo para lucimiento de Alejandra Pinedo, Eduardo Serrano y Mary Soliani; Balumba (1976-1977) tomaba la obra homónima de Juan Filloy, con Elluz Peraza, José Bardina y Marianela Salazar; Zárate recreaba la novela de Eduardo Blanco, con Adita Riera y Eduardo Serrano; y Los Poseídos (1975), la obra teatral Las Brujas de Salem de Arthur Miller. 


                                       Promoción de Cumbres Borrascosas. Fuente: canal YouTube de Mas TV

Lupita Ferrer y Eduardo Serrano en La
Guaricha. Fuente:
Eduardo Serrano y Ada Riera alcanzaron buena receptividad en El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde, mientras que La Guaricha resultó de una adaptación de la novela del mismo nombre del escritor monaguense Julián Padrón. Enrique Jarnés fue quien hizo el trabajo de llevarla a la televisión y contó con la protagonización de Eduardo Serrano y Lupita Ferrer. A su lado estuvieron José Torres, Luis Gerardo Tovar, Betty Ruth, Orlando Urdaneta, Mirtha Pérez, Francia Ortiz y Fernando Flores. La trama se desarrolló en la transición del gobierno de Cipriano Castro a la dictadura de Gómez y mostraba la vida de la gente de campo. Fue dirigida y producida por José Antonio Ferrara y los exteriores se grabaron en la hacienda "Tarapío", cerca de Valencia, estado Carabobo.

De esa época es también una de las muchas versiones de Marianela, de Benito Pérez Galdós, con Alejandra Pinedo, Eduardo Serrano y Herminia Martínez en los papeles principales.


El Retrato de Dorian Gray. Fuente: canal YouTube de Dimitrije Lukic

Los teleteatros transmitidos en Gran Viernes fueron muy prolíficos en cuanto a adaptaciones. En ese sentido, pueden citarse Pablo y Virginia, con Alejandra Pinedo y Orlando Urdaneta; El Ángel Azul, insólita versión (sobre todo si imaginamos las delgadas piernas de la que sería su protagonistabasada en la novela de Heinrich Mann (Professor Unrat), con la Miss Venezuela 1974, Neyla Moronta en el papel que hizo de Marlene Dietrich una leyenda; La Malquerida, de Jacinto Benavente, con Luis Gerardo Tovar, Herminia Martínez y Amelia Román; Manon Lescaut, del abate Prevost, con Lupita Ferrer y José Bardina; El Jorobado de Nuestra Señora de París, con Martín Lantigua y Ada Riera; Los árboles mueren de pie, de Alejandro Casona, con América Alonso, Ada Riera y Héctor Myerston;  La dama de las Camelias, de Alejandro Dumas, con Lupita Ferrer y Luis Abreu; así como  Lisístrata, de Aristofanes, con Lupita, Chelo Rodríguez, Herminia Martínez y Caridad Canelón, entre muchos otros.

Lupita Ferrer, Chelo Rodríguez, Caridad Canelón y Herminia Martinez en una versión moderna de Lisístrata.
Fuente: Venevisión.


Eduardo Serrano, Juan Frankis, José Torres y Omar Omaña en una miniserie transmitida por
Venevisión inspirada en Los Tres Mosqueteros (1976), de Alejandro Dumas.
Amanda Gutiérrez destacó en
su rol de Ifigenia (1979). Fuente:
Diario 2001.
Venezolana de Televisión (VTV) del mismo modo hizo su aporte en versionar clásicos venezolanos y universales: Migajas (1977) fue una adaptación de la novela de Pedro Berroeta, con Hilda Carrero, Oscar Martínez y la exmiss Rosario Val, en su debut y despedida como protagonista; Ídolos Rotos (1978), de Manuel Díaz Rodríguez, contó con Altagracia Sarmiento y Daniel Alvarado; Eugenia Grandet (1978) de Honorato de Balzac, llevó como pareja protagonista a Alejandra Pinedo y Daniel Alvarado; Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen, repitió con Alejandra Pinedo, esta vez acompañada por Leopoldo Regnault; Ana Isabel, una Niña Decente, de Antonia Palacios, estuvo interpretada por Rebeca González;  Ifigenia (1979), de Teresa de la Parra, fue llevada nuevamente a la pequeña pantalla con gran éxito por Amanda Gutiérrez y Leopoldo Regnault; mientras que Los Habitantes (1979), la obra urbana de Salvador Garmendia, fue interpretada por Mary Soliani y Leopoldo Regnault.



Federico Gattorno interpreta el vals Kiki, tema musical de Ifigenia. Fuente: canal YouTube de Federico Gattorno

Lupita Ferrer y Daniel Alvarado en Doña Perfecta.
Fuente: richmansite.wordpress
A mediados de los 80, Lupita Ferrer regresó triunfante a la televisión venezolana gracias a las gestiones de Ricardo Tirado y protagonizó Doña Perfecta (VTV, 1985), de Benito Pérez Galdós, con Estelin Betancur y Daniel Alvarado. 

Alejada de su imagen edulcorada y en una historia recreada en la zona colonial de Coro, que adoptó el simbólico nombre de Aramil, Lupita sumó adeptos y preparó el camino para las mujeres “duras” que interpretaría posteriormente en la televisión nacional e internacional. 

La Casa de los Ábila (1980), de José Rafael Pocaterra, fue adaptada por José Gabriel Núñez, con Judith Castillo y Luis Abreu; El Hombre de Hierro (1985), con Rebeca González y Javier Vidal, fue una excelente versión de la obra de Rufino Blanco Fombona que lamentablemente no contó con el respaldo del público, mientras que Tirano Banderas (1979), de Ramón del Valle Inclán, dio una nueva oportunidad de brillo a un maduro Orángel Delfín, ya en su declive profesional y personal, como Tigre Juan.


La Dueña, uno de los clásicos melodramas de los 80 transmitido por VTV, tuvo su origen en El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, mientras que La Dama de las Camelias, también de Dumas, reunió a Amanda Gutiérrez y a Ángel Acosta en 1981. La Cenicienta, el cuento infantil de Charles Perrault, devino en una hilarante y tierna telenovela escrita por Mariela Romero en 1979, con Elluz Peraza y el actor mexicano Carlos Piñar.



La Dueña. Fuente: canal YouTube de Alejandro Lucena

Héctor Myerston, un conde Drácula de cuidado.
En cuestión de miniseries, El Rehén del Diablo (Venevisión, 1982) estaba basada en la película El Exorcista, con historia de Petter Blatty y tenía a Mary Soliani como la joven poseída por el demonio, mientras el sacerdote encarnado por Eduardo Serrano luchaba por liberarla de sus demonios. 

Drácula (Venevisión, 1979), se inspiraba en la novela de Bram Stoker y en la película del mismo nombre para ofrecer a Héctor Myerston como el vampiro sediento de sangre enamorado de Helena Farías. La versión cómica de este personaje estuvo a cargo de Martín Lantigua, Cristina Reyes y Joselo. El mito vampírico sería retomado por RCTV en El visitante de la noche (1985), con Raúl Amundaray, Elba Escobar, Julie Restifo y Haydeé Balza.

En 1980, Pilar Romero y Fausto Verdial  actualizaron el clásico de Shakespeare  Romeo y Julieta y trasladaron esta tragedia a los populosos edificios del 23 de Enero, en Caracas, en Drama de Amor en el Bloque Seis.

Entre agosto y noviembre de 1984, RCTV mostró el Ciclo de Oro de Rómulo Gallegos, en el cual adaptó 20 cuentos del escritor venezolano, contando para ello con el trabajo de reconocidos escritores como Alicia Freilich, Salvador Garmendia, José Gabriel Núñez, Laura Antillano, Gustavo Michelena, Sonia Chocrón, Carlos Sicilia y Manuel Manzano. Entre los cuentos se encontraban Paz en las alturas, El milagro del año, El análisis, El paréntesis, Estrellas sobre el barranco, El aprendiz de loco, Los Mengánez, así como las muy celebradas Los inmigrantes, con Henry Zakka y Carlos Cámara; y La hora menguada, con Marina Baura y Doris Wells, ambas en estado de gracia.



La hora menguada, con Doris Wells y Marina Baura. Fuente: canal YouTube de Argenis Padilla


Los inmigrantes, con Carlos Cámara y Henry Zakka. Fuente: canal YouTube de Argenis Padilla

Todavía a finales del siglo XX, Gallegos tenía poder de convocatoria: en 1988, Pobre Negro volvería a las pantallas de RCTV protagonizada por Franklin Virgüez, Marlene Maseda y Abby Raymond, en una nueva adaptación a cargo de Gustavo Michelena. 



Pobre negro, versión de 1988. Fuente: canal YouTube de Póngalo


Por otra parte, Mujercitas, de Louise May Alcott, fue llevada a la televisión y adaptada por el escritor César Sierra, quien trasladó el argumento original a la Venezuela de 1859, cuando el país estaba dividido entre Conservadores y Liberales y se vivían los difíciles tiempos de la Guerra Federal. Estuvo protagonizada por Daniela Alvarado y Adrián Delgado, con las participaciones antagónicas de Eduardo Serrano, Lourdes Martínez y Javier Valcárcel. Contaba además con las actuaciones de los primeros actores Chelo Rodríguez, Juan Manuel Montesinos y Esther Orjuela.


Ibsen Martínez. 
A pesar de toda esta épica en cuanto a adaptaciones dramáticas, no falta quienes aún perciben un mal de sabor de boca cuando la televisión decidió volver a la novela rosa, tan pronto como los números de audiencia dejaron de estar a su favor. Para Ibsen Martínez, «la llamada telenovela cultural fue un fraude. Formó parte deliberada de una operación que un canal desplegó para desbancar a otro de la lucha del rating. Cuando dejó de tener éxito, Hernán Pérez Belisario (ex ejecutivo de RCTV) contrató a la mismísima Delia Fiallo y nos puso a adaptar sus viejos libretos cubanos».

Otros, como Cabrujas, paradójicamente reiteraron su convicción acerca de la necesidad  de respetar el lenguaje propio de este género: «La telenovela no se puede salvar por el realismo, la telenovela se puede salvar y se puede engrandecer y dignificar y llegar a extremos extraordinarios, a mi criterio, por Shakespeare, por Sófocles, por los griegos, no por el realismo».
Marina y Miguelángel en Canaima. Fuente:
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A su juicio, «una telenovela sirve para lo que puede servir cualquier obra de carácter literario: para provocar la imagen que tiene el ser humano de sí mismo; una sociedad de sí misma» y en la escala de valores de esa sociedad, el amor perdurará como tema central del género:

- El hombre tiene unas características muy raras como lector a través de toda la cultura humana de Occidente: las únicas historias populares de la gran literatura son historias de amor; en realidad, no se ha escrito nada que le haya importado a  la gente, me refiero a la gran literatura, que no sea una historia de amor […] Para los hombres todo lo que es largo tiene que ser amor. La Ilíada es de amor y la Odisea mucho más. Esos “chorizos” que los hombres han creado –obras monumentales– son, en realidad, historias de amor. Parece mentira, pero no hay otra cosa que obligue a una persona a ver una cosa todos los días, durante diez meses y doscientas horas de su vida.



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Fuentes consultadas:

(1) Hippolyte Ortega, Nelson (2010). José Ignacio Cabrujas: "La muerte de la telenovela". Portal Prodavinci

Esteva-Grillet, Roldán. (1992). Política y Poética del Rating. Separata de la revista Encuadre, No. 10, enero/febrero 1992.