sábado, 8 de julio de 2017

1982: Susy celebra nuestro aniversario

Sussy, descocada rubia de los 80.
Ilustración: José Gregorio Marcano
Siento que mi verdadero año de nacimiento fue 1982. Próximo a egresar de bachillerato, todas mis expectativas giraban en torno a mi inminente ingreso en la universidad. Deseaba estudiar Comunicación Social; así me lo había propuesto desde segundo año de secundaria, cuando me imaginaba como un osado reportero, escribiendo para el diario Panorama ―mi referencia periodística más cercana―, o mejor aún, en revistas de cultura y entretenimiento.

En aquella época acostumbraba elaborar mis propias publicaciones: juntaba varias hojas blancas, las cuales doblaba y engrapaba a la mitad, para luego escribir e ilustrar las historias que allí plasmaba. Los temas eran variados, pero siempre había chicas bellas que engalanaban un “mini-póster” en la página central. Una de ellas fue Sussy, rubia y malportada, quien fue la estrella en la “celebración” del quinto aniversario.

Otros compañeros se sentían ansiosos ante la nueva etapa por iniciar; yo no. Estaba seguro de que mi elección profesional era la correcta y que esta carrera me permitiría obtener mayor satisfacción que cualquier otra. Todo lo anterior solo había sido preparación —estaba convencido de ello— para los logros que suponía alcanzar en un futuro.

El entorno, sin embargo, no era el más propicio. A lo largo de 1982, Venezuela fue sumergiéndose cada vez más en dificultades económicas y políticas, algo que yo percibía en las noticias que inundaban los diferentes medios de comunicación social y en las conversaciones entre particulares. El mercado petrolero se había deteriorado por los bajos precios del crudo y los especialistas acusaban una debilidad en los mercados internacionales, sumada a las crisis externas de muchos países de América Latina, lo cual aceleró la salida de capitales privados ante las negativas perspectivas cambiarias.

La economía venezolana, según la publicidad, vivía un ilusorio buen momento.
Fuente: canal YouTube Profe Melómano

Ese año, según el economista Pedro Palma, el Banco Central de Venezuela inyectó dinero a la banca y apoyó al fisco nacional para compensar los pocos recursos económicos que se movilizaban en el país debido a la continua fuga de fondos financieros. Paradójicamente, mientras más dinero se inyectaba por vía de créditos o por gastos, mayor cantidad salía al exterior ante el clima de desconfianza existente.

La situación cada vez se hacía más crítica: mientras los ingresos petroleros se redujeron 30 por ciento, se dice que 8,77 millardos de dólares se fueron del país en esos años. De igual manera, la tasa de desempleo ascendió de 4,3 por ciento en 1978,  previo al gobierno de Luis Herrera Campíns, a 7 por ciento en 1982.

Portada del diario argentino Clarín anunciando
el inicio de la guerra. Fuente: portal
sobreHistoria.com
Fue un año agitado nacional e internacionalmente. En la fría madrugada del 2 de abril, las fuerzas armadas argentinas desembarcaron en las islas Malvinas, ubicadas en el océano Atlántico Sur. Era una decisión arriesgada asumida por la Junta Militar que gobernaba la nación sureña, cuyo poder se encontraba visiblemente desgastado, en medio de una crisis económica, política y social. Lo “oportuno” de la incursión para la imagen del gobierno la evidenciaron los sondeos de la época, según los cuales 90% de los ciudadanos estaba a favor de esta intervención bélica.

Si nos remitimos a los orígenes del conflicto, este territorio había sido ocupado ilegalmente por el Reino Unido el 3 de enero de 1833, cuando fueron desalojadas las autoridades argentinas por la fuerza y se impidió su retorno. La disputa se mantuvo por años, precisamente porque no se terminaba de establecer a quién correspondía la soberanía de este archipiélago. Ya en 1960, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) había calificado la arbitraria ocupación como un caso colonial especial e instó a los británicos a poner fin a tal usurpación, lo cual nunca ocurrió.

Soldados argentinos en las Malvinas, conocidas por los británicos
como las Falkland. Fuente: portal teinteresa.es
Desde 1981, el gobierno militar argentino, con el General Leopoldo Fortunato Galtieri a la cabeza, emitió varias propuestas para negociar el tema de la soberanía, pero el gobierno de Margaret Thatcher no cedió. Fue así como en abril de 1982 las fuerzas militares argentinas ocuparon las Malvinas y dieron inicio a una de las últimas guerras registradas en nuestro continente contra alguna potencia mundial.

Como era de esperarse, el gobierno británico respondió con el envío de una fuerza naval que desembarcó seis semanas más tarde y después de duros combates forzó la rendición argentina 74 días después, restableciendo la administración del Reino Unido sobre las Malvinas. En medio del conflicto, el gobierno venezolano expresó su completo apoyo hacia Argentina, pero EE.UU. y otras naciones europeas como Francia no dudaron en reafirmar su respaldo al colonialismo inglés.

Fuente: Diario La Razón / AFP.
Los costos de la contienda fueron altos: según datos oficiales, de los más de 23 mil combatientes argentinos, 649 perdieron la vida, mientras que de los 28 mil efectivos ingleses que desembarcaron para participar en la confrontación bélica insular, 255 murieron. Las pérdidas materiales para el país austral se estimaron superiores a los 1.630 millones de dólares, según informes de la fiscalía de la Cámara Federal.

Pero el costo mayor lo pagaron los mismos que iniciaron el conflicto: la firma de la rendición de Argentina aceleró el final de la Junta Militar del Proceso de Reorganización Nacional que gobernaba ese país, mientras que la Primera Ministra Margaret Thatcher se reafirmó en el poder al ganar unas elecciones anticipadas. El 14 de junio, a las 23:15 horas, la llamada Dama de Hierro compareció ante la Cámara de los Comunes para informar el fin de la guerra. Apenas unos días antes, específicamente el 12 de junio, el Papa Juan Pablo II había finalizado su visita a Buenos Aires.

Hasta la fecha, aún no está determinada la soberanía sobre las tres islas con sus aguas adyacentes. Sin embargo, los combatientes argentinos dejaron como legado unas 18 mil minas bajo el suelo isleño, entre ellas bombas M67 de 90 milímetros antitanque, misiles de aire a la superficie, granadas de mano…todas aún potencialmente activas en la zona.

Fuente: revista Ronda, mayo 1982.
A pesar de todos estos acontecimientos, no todo era drama. En el mes de mayo, Ana Teresa Oropeza ganó la corona del Miss Venezuela. Era una hermosa joven de 18 años de edad, de estilizadas piernas, hija de un militar y nativa de San Juan de los Morros, por lo cual representaba al estado Guárico. Fue el primer año de la recién creada Organización Miss Venezuela, ya bajo la égida de los Cisneros y con Osmel Souza como presidente. Según rumores, el mal llamado Zar de la Belleza apoyó a Ana Teresa porque “ser hija de un militar daba seriedad al concurso”. Lamentablemente, su hermosura no iba a la par de una buena formación cultural.

En una entrevista publicada en el diario El Nacional, ella declaró que le gustaba “la música de Shakespeare” y todo el país rió a mandíbula batiente ante semejante ocurrencia. En Sábado Sensacional explicarían que Shakespeare había compuesto unos sonetos a los cuales se les había musicalizado, pero como dice el dicho: “No aclares que oscureces”. Ana también señalaría que quiso decir la música de Beethoven, pero ya el mal estaba hecho y hasta el día de hoy es recordado este alocado gazapo.

Precedida por el triunfo doble de Irene Sáez y Pilín León en los concursos internacionales, toda las expectativas se mantuvieron en Ana Teresa, para constatar si era capaz de mantener la corona. Viajó a Lima, en Perú, buscando emular a sus predecesoras pero no logró entrar entre las 12 semifinalistas del Miss Universo. El resto de su reinado transcurrió de manera discreta y al año siguiente, luego de entregar la corona a Paola Ruggeri, se casó con Omar Gerardo Camero, hijo de Omar Camero, actual dueño de Televen. Con él procreó tres hijos: Omar Antonio, Gerardo —ambos fallecidos en sendos accidentes de aviación registrados en 2015 y 2009, respectivamente, cerca de una finca propiedad de la familia en el estado Guárico— y Fabiana, la única sobreviviente. Hoy Ana se encuentra divorciada y aún mantiene su atractivo.

Fuente: vigoalminuto.com
Entre el 13 de junio y el 11 de julio, todos los venezolanos se volcaron al Mundial de Fútbol, que ese año tuvo lugar en España, con Naranjito como mascota oficial. Italia se impuso ante Alemania Federal en una final de impacto, mientras que Polonia y Francia ocuparon el tercer y cuarto puesto. Paolo Rossi se alzó como el mejor goleador, con seis tantos, seguido por el alemán Karl-Heinz Rummenigge, con cinco imparables.

Para ese momento, finalizados los exámenes finales y una vez que recibí mi título como bachiller en Ciencias, mi destino inmediato fue la isla de Margarita, donde permanecí en casa de mi tía paterna durante casi dos meses. Se suponía que en septiembre comenzaría mis estudios universitarios, pero una vez inscrito, el periodo de ingreso se extendió más de lo previsto.

Fuente: Revista Ronda.
En octubre el Miss Venezuela volvería a ser noticia: Maye Brandt, soberana en 1980, se suicidó con un revólver que le había entregado la Policía Metropolitana como miembro honorario de dicha institución. Para entonces estaba casada con el actor Jean Carlos Simancas y rumores de todos los calibres trascendieron a la prensa de farándula. De allí que un grupo de miembros del sector artístico firmara un comunicado en el cual reclamaba respeto en el tratamiento de la vida personal de actores y actrices.

En las pantallas cinematográficas se estrenaron varias cintas nacionales, cuatro de ellas especialmente memorables para mí: la entrañable comedia Domingo de Resurrección, de César Bolívar, con Carmen Julia Alvárez, Juan Manuel Laguardia y Franklin Virgüez; el drama intimista La Máxima Felicidad, dirigida por Mauricio Wallerstein según la obra de Isaac Chacrón, que reunía al chileno Marcelo Romo, Luis Colmenares y Virginia Urdaneta en un osado trío.  Clemente de la Cerda presentó el drama de denuncia Los Criminales, con Alicia Plaza, Chony Fuentes, Miguel Ángel Landa y Rafael Briceño; mientras que Román Chalbaud adaptó para la pantalla grande un capítulo del libro Cuatro Crímenes, Cuatro Poderes, de Fermín Mármol León, bajo el sugestivo nombre Cangrejo. En el film se presentaba la investigación del asesinato de un niño en una adinerada familia caraqueña, un caso inspirado en la vida real y que conmocionó al país en la década de los 70.


Fuente: canal YouTube de Venezuelan Zinema

Fuente: canal YouTube de José Luis Cunha Ojeda

Nuevos espacios cómicos nacieron y alcanzaron corta vida en la pequeña pantalla: el fallido Show de López, con Ernesto “Pepeto” López y Humberto Buonocuore; Federrico, con Carlos Villagrán y Ramón Valdez, ambos en Radio Caracas Televisión (RCTV); y Telecómico, en Venezolana de Televisión (VTV), con Ariel Fedullo. Mejor suerte corrió Bienvenidos, en Venevisión (VV), el cual conducido por Miguel Ángel Landa, reunió con éxito a un reconocido grupo de comediantes (Julio Gasette, Isabelina Zapata, Olimpia Maldonado, Bienvenido Roca, Josefina Armas)  con otros menos conocidos (Koke Corona, Hugo Márquez, Elizabeth Morales, Ernesto Cortéz) y chicas sexy, entres las cuales destacaron la Beba Rojas, Mercedes Salaya, Carolina Muzzioti y María Antonieta Duque.

Fuente: Canal YouTube de Venevisión

Por esas fechas, RCTV estrenaría uno de sus programas más bizarros, sorpresivamente bajo la conducción inicial de Eladio Lárez y la producción de Robert Alonso. Se trataba de Lo Increíble, el cual manejaba recursos amarillistas como gancho al televidente, con títulos como La Novia Fantasma, El telequinético, El elefantico Lou, entre otros.

Fuente: Canal YouTube de Robert Alonso

En dramáticos, Radio Caracas transmitía telenovela tras telenovela sin alcanzar los puntos de rating anhelados. Las figuras protagónicas de esa fecha eran la exuberante Tatiana Capote (Cándida, Kapricho, S.A. y De su misma sangre); la todo terreno Caridad Canelón (La Goajirita y La señorita Perdomo), Mayra Alejandra y Carlos Olivier (Jugando a Vivir); Félix Loreto (Campeón sin corona); Amilcar Rivero y Tomás Henríquez (Juanito y Él); Loly Sánchez (Cara a Cara); Alicia Plaza (Mosquita Muerta) y la inolvidable Doris Wells, junto a Raúl Amundaray y Jean Carlos Simancas (¿Qué pasó con Jacqueline?).

Yajaira Orta y Félix
Loreto en Campeón sin
corona
. Fuente: RCTV
Orlando Urdanera y Caridad
Canelón en La Goajirita.
Fuente: RCTV
Alicia Plaza era una "Mosquita muerta"
muy convincente en su única protagonización.
Fuente: diario El Universal.

Caridad Canelón y Gustavo Rodriguez en La señorita Perdomo.
Doris Wells asumía un doble papel en
la intriga telenovelesca
¿Qué pasó con Jacqueline?
Fuente: imgrum.com


Fuente: revista Ronda.
Venevisión tuvo sus altos y bajos. Presentó una miniserie de impacto como El retorno de Ana Rosa, con Alba Roversi, Henry Salvat y Helianta Cruz; y telenovelas exitosas como La Bruja, con Flor Núñez, Daniel Lugo y Rubens de Falco; La Heredera, con Hilda Carrero y Eduardo Serrano; y Ligia Elena, liderada por una refrescante pareja juvenil conformada por Alba Roversi y Guillermo Dávila. Menos exitosas aunque cumplidoras resultaron Sorángel, con Hilda y Eduardo; y el oscuro drama de Delia Fiallo, Querida Mamá, con la misma pareja y Eva Blanco. Mary Soliani y Henry Salvat vieron acortar de manera abrupta los capítulos de Lo que no se perdona por disposición gubernamental, debido a que supuestamente transmitía valores no acordes con la sociedad venezolana.

Venezuela se venía a pique, pero Venevisión arribaba a su 21 aniversario y botaba la casa por la ventana, tal como se evidencia en esta promoción de Sábado Sensacional: "....Venezuela está de fiesta..."


Fuente: canal YouTube de Miguelier

Fuente: canal YouTube de Miguelier

En Venezolana de Televisión, Amanda Gutiérrez protagonizaba Rosa de la Calle acompañada por el galán paraguayo Arnaldo André—quien desde Rafaela volvería de manera intermitente a nuestro país para realizar actuaciones especiales— y un elenco de conocidas figuras, como María Luisa Lamata, Berta Moncayo, María Cristina Lozada, Manuel Poblete, Luis Salazar, etc.

Fuente: canal YouTube de TheBabs723

Fuente: Fundayacucho.gob.ve
El 4 de octubre se produjo la operación militar contra el Frente Américo Silva, de Bandera Roja, en la que fueron asesinados 23 guerrilleros en el estado Anzoátegui. Este fue uno de los últimos combates entre el ejército venezolano y la insurgencia urbana en contra de los gobiernos democráticos venezolanos; debido a su saldo mortal fue conocida como la Masacre de Cantaura.

El ambiente artístico nos deparaba una sorpresa: el 27 de noviembre, en Lima, Perú, el grupo Unicornio ganó por primera vez el Festival OTI de la Canción Iberoamericana, con el tema Cuenta conmigo, original de Carlos Moreán y con arreglos de Luis Gerardo Tovar. Esta agrupación, integrada por los hermanos José Antonio (†), Juan Carlos y Jesús Bordell, Jonás Gómez(†) y Jorge Flores, partió discretamente sin que nadie esperara algo más que una decorosa actuación. Ese año se midieron con artistas como Enrique Guzmán (México); Lunna (Puerto Rico) y La Pequeña Compañía (España), pero sorpresivamente recibieron el máximo galardón y su popularidad creció como la espuma.

Fuente: canal YouTube de ricben1965

El futuro sería ingrato con esta agrupación: se disolvería en 1986; Jonás Gómez sería asesinado en 2011, luego de haber estado involucrado en tráfico de drogas en la década del 90, mientras que José Antonio Bordell, quien logró cierto éxito en su carrera como solista, con títulos como Kassandra, resultó asesinado por unos delincuentes el 1 de julio de 2017 en la carretera a Río Chico, donde se había quedado accidentado.

Portada del diario El Nacional.
El año 1982 terminaría en tragedia: al amanecer del domingo 19 de diciembre el buque petrolero Murachi, perteneciente a Lagoven, entonces filial de PDVSA, descargaba 15 mil litros de fuel-oil, requerido para activar la planta de generación eléctrica Ricardo Zuloaga, ubicada en Tacoa, estado Vargas, cuando según informaciones de la época, uno de los obreros se percató de que existía un punto sobrecalentado y abrió de manera imprudente la escotilla. La entrada de aire avivó las llamas y estas alcanzaron el tanque No.8, el cual explotó y provocó la muerte de todos los obreros de guardia.

El tanque en llamas debido a la presión ejercida por los gases y posterior explosión.
De inmediato se activó el plan de contingencia, que convocó bomberos, policías, empleados y numerosos comunicadores sociales. Cerca del mediodía, la situación parecía controlada, pero la desdicha aún no terminaba. A las 12:45 pm los vapores calientes acumulados en el recipiente originaron el fenómeno boil-over, que ocasionó una segunda explosión más devastadora que la primera, con más de 100 fallecidos, entre ellos muchos periodistas que cubrían el suceso.

Gabo agradece el Nobel de Literatura.
Fuente: cultura.elpais.com
Para mí, este siniestro fue una advertencia hacia los riesgos de mi futura profesión. No obstante, otro acontecimiento me brindó un ejemplo extraordinario de las satisfacciones que depara la buena escritura. En la madrugada del 21 de octubre, en su residencia en México, Gabriel García Márquez recibió una llamada con la noticia de que había sido el ganador del Premio Nobel de Literatura.

Todo el continente celebró el galardón y los venezolanos recordaron el tiempo cuando el escritor colombiano residió en Caracas, entre 1957 y 1959. Aquí trabajó en la revista Momento, junto a su compatriota Plinio Apuleyo Mendoza. Era la época “cuando era feliz e indocumentado” y escribía crónicas tan espléndidas como Caracas sin agua y Sólo 12 horas para salvarlo. Precisamente, según la Academia Sueca, el premio le fue otorgado por “sus novelas e historias cortas, en las que la fantasía y la realidad se combinan en un mundo de imaginación, reflejando la vida y los conflictos de un continente”.

El 8 de diciembre, vestido con un liquiliqui de lino blanco, Gabo leyó su discurso de aceptación “La soledad de América Latina”. Allí propuso cambiar la visión que los europeos han tenido de nuestro continente y planteó crear una nueva utopía, la vida, que a su vez era la respuesta de Latinoamérica a su propia trayectoria de muerte.
Sara fue la estrella en la edición
aniversario de 1983. Ilustración:
José Gregorio Marcano

A Frenchy le tocó despedir 1984 y fue la última
de las chicas en minipóster. Ilustración: José
Gregorio Marcano
«Si un latinoamericano como García Márquez podía escribir de esa manera, ¿por qué no podía hacerlo yo?». Ese era mi ingenuo razonamiento al final de 1982, en una espera para ingresar a la universidad que se prolongaba debido a una inesperada huelga de docentes, extendida por seis meses. Ya graduado, no alcancé ni siquiera a ser digno de atarle los zapatos al Nobel colombiano, pero los años de formación me permitieron encarar la escritura periodística con otros ojos. Me ayudaron a atreverme, a  ser responsable por mis escritos ante una potencial audiencia, a mejorar cada día.

Para entonces había dejado atrás aquellos manuscritos panfletarios de mis orígenes, siempre ilustrados con una Sussy descocada…o quizá hasta varias, pero con la sinceridad que solo nace de un verdadero compromiso con lo que uno asume que es su talento. El ciclo se había cerrado.