lunes, 17 de junio de 2013

Cristina Reyes: "Ahora veo todo con más perspectiva"

Cristina Reyes, la chica del afiche.
Fuente: revista Ronda.
Un afiche de una rubia ataviada con sombrero blanco y sexy bata negra ocupó durante mucho tiempo un lugar especial en la pared de mi cuarto de adolescente. Así, la imagen de Cristina Reyes, atractiva actriz y modelo venezolana, me acompañó como silencioso testigo de mis afanes como aspirante a periodista. Llegada la madurez, el afiche descendió de su sitio privilegiado y fue guardado por más de 25 años, hasta que un buen día apareció nuevamente y con él los recuerdos. Una pregunta surgió de inmediato: ¿Qué habría sido de ella?

Alejada desde finales de los 90 de nuestro país, Cristina se encuentra radicada en Las Palmas de Gran Canaria, en España. Su último papel en los dramáticos venezolanos fue en Todo por tu amor (Venevisión, 1997), en el personaje de Celeste. ¿Qué ocurrió para que decidiera abandonar Venezuela?, le preguntamos a través del correo electrónico.

Con Miguel de La Cuadra,
en un programa de TVE.
(Foto cortesía Cristina Reyes)
«Tuve que venirme a cuidar de mi padre, quien estaba muy enfermo…murió a los pocos meses», responde ella. «Recuerdo que justo en esa ocasión Kiko Olivieri me intentó retener con una protagonización de una novela pero, para mí, en aquel momento mi padre fue lo primero. En España continué en el medio como presentadora de programas de entretenimiento y magacines. Hice uno que otro comercial y es ahora cuando vuelvo al mundo del teatro. En breve les haré saber sobre los montajes en los que estaré participando».

Imagen actual de la actriz.
(Foto: Virginia Araña)
Vistas sus fotografías recientes, Cristina Reyes aun mantiene su belleza, con el añadido de la serenidad que brinda la madurez. Profesionalmente se dedica a las terapias naturales y a organizar viajes de aventura. En lo personal, su tiempo libre lo distribuye en compartir con su familia y sus amigos, meditar y hacer deporte. Estuvo casada, no tuvo hijos y, en este momento, no tiene ninguna relación sentimental.

Para las nuevas generaciones, tal vez su nombre no sea muy conocido. Hagamos, entonces, la presentación de rigor: María Cristina Reyes Ortega —su verdadero nombre— nació en Caracas el 14 de abril de un año no dado a conocer por ella misma, aunque concede: «…soy contemporánea de Fedra López». Es la mayor de dos hermanos. Sus estudios primarios y secundarios los cursó entre Caracas y Canarias, de donde son originarios sus padres.

Portada de la revista Páginas,
27 de agosto de 1983.
(Cortesía de Cristina Reyes)
Asegura que la actuación la lleva en la sangre: «Mi abuelo cantaba ópera y mi madre, zarzuelas». A través de cursos y talleres con las actrices Amalia Pérez Díaz y América Alonso, así como con el director Nelson Ortega, fue desarrollando sus habilidades para la actuación en la TV; su formación teatral vino de la mano del dramaturgo y director argentino Juan Carlos Gené. Adicionalmente, cuenta con un diplomado en Diseño Interior, en la especialidad de Decoración.

Modelo de Fantástico, junto a Guillermo González
y Peter Frampton. (Cortesía Cristina Reyes)
Su primer papel como actriz fue encarnando el rol de Natacha, en la pieza teatral Nuestra Natacha, de Alejandro Casona. «Comencé en televisión haciendo comerciales», rememora. «Luego pasé a ser modelo del programa Fantástico, junto a Guillermo González; más tarde, entré en el mundo de las novelas con pequeñas participaciones en Marielena (RCTV, 1980) y Luisana mía (1981). Al mismo tiempo, trabajaba un día a la semana en El Show de Joselo. En esa época, todo lo hacía con mucha ilusión, con alegría… Recuerdo de manera especial el apoyo de María Conchita (Alonso) y Jean Carlos (Simancas)».

¿Alguna de sus colegas le inspiró para estar en la actuación?

Por supuesto: Marina Baura, Rebeca González, Eva Moreno, Doris Wells… todas ellas me inspiraban un montón. Las considero estupendas actrices.

Joselo, Martín Lantigua y Cristina Reyes en La Hora
del Vampiro
. Fuente: Internet.
Luego de su incursión en RCTV, pasó a Venevisión. Allí protagonizó La Hora del Vampiro, de Julio César Mármol, una serie en clave de comedia donde compartió con Joselo, Daniel Lugo y Martín Lantigua. ¿Cómo fue su relación con el comediante Joselo, recientemente fallecido?

Mi relación con todo el equipo, incluso con su director, Daniel Farías, era estupenda. Nos reíamos mucho con las ocurrencias de Joselo. Era un buen compañero, un hombre sencillo. Recuerdo haber pasado un poco de miedo grabando por la noche en el cementerio de El Hatillo.

Compartió en varias novelas con Hilda Carrero: hizo de su amiga, en La Heredera; y luego de su hermana, en Querida Mamá,  ambas en 1982. ¿Tuvo una relación cercana con esta actriz? ¿Qué recuerda de ambas producciones dramáticas?

Hilda era…estupenda. Buena actriz, compañera. Nos hicimos muy amigas; incluso llegué a conocer a su familia, salíamos alguna vez juntas…un amor. Y era simpática, nos reíamos mucho. Que esté en paz… De ambas producciones recuerdo que fueron lindos trabajos. Con Guillermo Dávila era una risa grabar, siempre estaba de bromas. En Querida Mamá tuve muy buena relación con Omar Omaña….y es de la pocas veces en que me han dado un papel de buena.

Cristina posa para una sesión de la revista Venezuela
Farándula
, durante la década de los 80.
En producciones como María Fernanda, La Bruja (ambas de 1982) y La Venganza (1983), realizó roles secundarios que, imagino, la fueron preparando para otros de mayor responsabilidad. ¿Cómo valora esas oportunidades de trabajar con profesionales de gran experiencia y trayectoria como Rubens De Falco, Daniel Lugo, Flor Núñez y Martín Lantigua?

Lo que aprendí al lado de Rubens de Falco no tiene precio. Nos enseñaba todo sobre la técnica de cómo interactuar con las cámaras. La Bruja fue la primera novela que se hizo sin apuntador, lo que nos obligaba a ir antes al plató y ensayar…¡Era un gustazo! Por otro lado, fue un experimento de hacer capítulos de una hora y media. Con Flor compartí muchos consejos de cómo utilizar diferentes técnicas para escenas dramáticas. Fue genial.

Nacho y Carlota.
(Foto cortesía C. Reyes)
Cristina asumió en 1983 el papel de Carlota Leonardo, la manager del cantante interpretado por Guillermo Dávila en Nacho (Venevisión, 1983), donde era una villana muy particular, con mucho refinamiento. La recuerdo con una chupeta con la que siempre jugueteaba en las escenas. Refiere que el uso de esta golosina «fue idea de Cesar Miguel Rondón. La usaba Carlota para dominar sus ansiedades, sus miedos… Luego siempre terminaban en la boca de un camarógrafo goloso».
Mary Carmen Regueiro, Carlos Mata
 y Cristina en Señora. (Foto cortesía Cristina Reyes)
Admite que le gustaban los roles de mala o “actriz de carácter”, como ella las califica, pues a su juicio «tenían más color, se les podía sacar más partido».

Un corto pero determinante papel en Señora (1988), le permitió ser parte de una novela de José Ignacio Cabrujas, algo que no duda en calificar como apasionante. «A mí me contrataron para unos pocos capítulos. Luego sucedió que a Cabrujas le enamoró mi papel y quiso evitar el que saliera, pero ya había firmado con Venevisión para otra novela.»

Con Juan Luis Galiardo en El Señor de los Llanos.
(Foto cortesía Cristina Reyes)
En 1987 hizo un papel en El Señor de los Llanos, película de Santiago San Miguel.  La trama combinaba pasión, amor, prostitución y conflicto social, con un reparto internacional en el que figuraban Juan Luis Gallardo, Maribel Verdú y Doris Wells. ¿Cómo fue su experiencia en el cine venezolano? 

La muerte insiste...y el amor
también. (Cortesía C. Reyes)
Al ser esta una coproducción internacional, representaba para mí un reto, una posibilidad de salir al extranjero. Pero no fue mi primera película. Esta fue La muerte insiste (1984), de Javier Blanco, en la cual participaban, entre otros, el gran actor Gustavo Rodríguez. Allí trabajé y conocí a Carlos Mata… Surgió en esa cinta uno de los amores más bonitos que he tenido en mi vida. Fuimos primero muy buenos amigos y luego, durante un tiempo, pareja. Por aquel entonces, yo me había separado de mi marido. Es uno de mis más hermosos recuerdos. Aun somos amigos y nos comunicamos de vez en cuando. Supe lo de su accidente; se que ya está mejor y con una compañera estupenda. Es feliz y eso me hace feliz a mí.

Me llama la atención que en toda esta trayectoria tan interesante, casi siempre participó en novelas de corte tradicional, de las llamadas “rosa”, que se manejan con esquemas muy básicos en cuanto a la trama. ¿Por qué no participó en producciones de carácter más realista? 

Pues, no lo sé… ¿Falta de un momento adecuado? Lo que sí recuerdo es que hice un especial  como Luisa Cáceres de Arismendi para el canal ocho, con Máximo Dotta.

Parte del elenco de Ka Ina. (Foto cortesía
Cristina Reyes)
En Ka Ina abandonó el papel que interpretaba junto a Aroldo Betancourt, un delincuente que se hacía pasar por sacerdote. Se rumoró que a usted no le gustaba hacer escenas con Betancourt (así lo leí en algunos foros de internet) y fue sustituida por Fedra López. ¿Qué ocurrió realmente?

Fue vox populi que yo enfermé gravemente de dengue. Lo cogí en La Perezosa, donde hacíamos las escenas exteriores del pueblo. Con Aroldo me une una bella amistad: salíamos al teatro, al cine, con amigos comunes…es más, él fue quien me llevó a la clínica cuando en plena grabación me puse a morir… ¡Cómo habla la gente! Sentí mucho dejar esa producción. Me encantaba. Tanto así que Cesar Miguel Rondón, para finalizar la novela, metió a Elluz Peraza con un personaje que llegaba al pueblo y se llamaba Cristina Reyes. Fue una sorpresa.

Nunca protagonizó ninguna telenovela. ¿Estaba dentro de sus expectativas alcanzar la protagonización de algún dramático? 

Protagonicé solo especiales, micros, unitarios… Novelas, no. Claro que me hubiera gustado.

Retorno a la televisión a mediados
de los 90. (Foto cortesía C. Reyes)
La actriz recuerda su participación en Morena Clara y en Dulce enemiga —ambas de 1995—. Manifiesta que disfrutó trabajar bajo la dirección de Cesar Bolívar, a quien califica de “gran amigo y gran cocinero.”

Luego de su actuación en Quirpa de tres mujeres (1996), se planteó su retorno a Europa para atender la enfermedad de su padre. Sin embargo, era la segunda vez que Cristina se despedía profesionalmente de nuestro país. La primera fue en 1984, a través de un número musical en Sábado Sensacional, interpretando a Marilyn Monroe.

¿Fue un deseo cumplido encarnar a este mítico símbolo sexual? 

Fue un deseo y también un reto. Me vi todas sus películas, ensayé como una loca con Anita Vivas, quien puso todo de su parte. Y con el apoyo del gran Amador (Bendayán), salió un bello espectáculo de despedida. No podía faltar la caracterización de Luisa Marcano, jefa de maquillaje de Venevisión. Excelente…


A finales de los 80 y principios de los 90, posó en reiteradas oportunidades ligera de ropas para revistas dedicadas al espectáculo nacional. ¿Formaba parte de sus planes proyectarse como un símbolo sexy de la época o era una manera de buscar un espacio dentro del gran número de figuras femeninas que pugnaban por destacar? 

Para nada. Está claro que los medios de comunicación transmiten a través de la imagen, por lo que ésta debe cuidarse, sobre todo en mi doble faceta de modelo-actriz. Pero, para esta segunda faceta, no es necesariamente importante. Ser actriz siempre fue para mí lo primordial, por lo tanto, lo del  físico era un apoyo más. ¿Lo del destape? Lo considero cosas de la época.

Provocativa presencia. Foto: revista Ronda
También fue modelo de ropa interior femenina. Cuando ve las fotos de esa época, ¿cómo se siente? 

Me dan un poco de risa, por lo antiguo del look. Por otra parte, me producen ternura algunas de ellas. Sobre todo recuerdo que era una trabajadora incansable. 

En su página de Facebook menciona que le gusta la lealtad, la transparencia y que echa de menos la naturalidad. ¿Considera que nuestra sociedad actual no valora estos aspectos? 

Está claro que la sociedad actual basa mucho sus historias en lo externo, en la edad, en el sexo, sobre todo a la hora de encontrar un trabajo o un lugar digno dentro de ella. Por lo que, para compensar, los valores espirituales también están tomando auge.

Una imagen actual de Cristina.
Foto: Benjamín Pulido
Me llamó la atención una reflexión suya: “Trabajé en TV pero no se me caen las manos por trabajar en cualquier cosa para realizar mis sueños”. ¿Cuáles son los sueños de Cristina Reyes en este momento? 

Como todos, el ser feliz, tener mi propia productora de documentales, viajar, etc… Considero importante poder contribuir de forma hábil y amena a crear un mundo mejor y creo que a través de los medios, de la realización de documentales, se podría aportar para lograr una educación adaptada a lo que sucede en nuestros días con visión de futuro, así como al cuidado del ambiente.

Dijo alguna vez: “Amar con el corazón y relacionarme con la cabeza”. ¿Cuántas veces perdió la cabeza por amor? 

Unas cuantas…más de las que hubiese querido, je je.

Foto: Virginia Araña
Orientó sus creencias religiosas hacia el budismo tibetano. ¿Qué influyó para esta decisión y cómo ha cambiado su perspectiva de vida? 

Siempre he sido una buscadora espiritual, curiosa de los secretos de la vida, con muchas preguntas…y es en el budismo, en su filosofía, donde he podido encontrar la mayoría de esas respuestas. Ahora veo la vida como un sueño; quiero decir, sin dejarme afectar más allá de lo realmente importante. Veo todo con más perspectiva. Intento estar atenta a todo lo que me rodea sin apresurar juicios. He aprendido y sigo aprendiendo que la muerte es parte de la vida y que la felicidad no es una meta, sino un camino.

¿Cómo es la vida de Cristina Reyes actualmente? 

Activa, muy activa, como siempre; y nada monótona…no lo soportaría.

¿Aspira regresar a la actuación en nuestro país?

Me gustaría si fuera un proyecto interesante, un buen texto, con buenos actores. Y me encantaría volver a compartir con mis antiguos colegas. 

Foto: Benjamín Pulido
¿Mantiene contacto con sus compañeros de trabajo? 

Con algunos como Carlos Mata, Julio Alcázar, Ernesto Balzi, Ángel Acosta, Esther Orjuela, Olimpia Maldonado, Elisa Escámez, Cecilia Villareal…no mucho, sino algún chat de vez en cuando, una llamadita…

¿Conoce la situación actual de la televisión y de las telenovelas en nuestro país? 

No mucho. Sé que casi no hay producción de novelas y que el teatro ha vuelto a tomar auge…me parece bien.

¿Qué añora de sus tiempos de actriz en nuestro país? 

Ufff, pues el trabajo: amo ser actriz, los compañeros, la estabilidad económica, el país, su gente. Pero no hay que apegarse al pasado. Lo conveniente es agradecer que tengo buenos recuerdos y ya.

¿Desea expresar algún mensaje final a nuestros lectores?

Sí…pues, que por mucho tiempo que uno esté fuera, siempre se recuerda y se lleva ese país muy dentro del alma. Deseo que todo entre en un cauce de bienestar para todos, que haya unión y que puedan ser felices en un breve tiempo. Muchísimas gracias por brindarme esta oportunidad. Un abrazo inmenso y asfixiante para todos…
La chica del sombrero está de vuelta... (Foto: Benjamín Pulido)