sábado, 4 de diciembre de 2010

En la búsqueda del libro de Ryuen...


Mientras se encuentra en el campo, atendiendo sus labores cotidianas, una joven madre japonesa es observada por su pequeño hijo. De repente, un águila desciende rápidamente del cielo. El pequeño comienza a llorar y su madre se da cuenta del peligro inminente. Lanza la herramienta de trabajo y corre hasta donde se encuentra su hijo. Sin embargo, es demasiado tarde. Las garras del ave de rapiña toman al niño y ésta continúa su vuelo. La madre desesperada corre tras el animal, pero tropieza y cae. Sólo puede ver cómo se aleja la raptora de su pequeño Fujimaru.

A pesar de lo dramático de la escena, esa águila posteriormente será abatida por el ninja Sasuke, quien pasa a tener a Fujimaru como su discípulo. Así, entrenado en las artes marciales, siendo aún muy joven desarrolla habilidades de maestro con poderes sobre el elemento viento. También es muy diestro con la espada y posee el arte de multiplicarse. Preparado adecuadamente, el pequeño Ninja sale al reencuentro de su madre, quien por su parte nunca dejó de buscarlo.

La historia sucintamente narrada corresponde a la serie japonesa de dibujos animados “El Pequeño Ninja Fujimaru”, transmitida en Venezuela a mediados de los años 70 por Venevisión. Su argumento se basó en una creación original de Sanpei Shirato de 1960, Kaze no Ishimaru.

Shirato es uno de los mayores autores de manga de todos los tiempos. Nació en Tokio el 15 de febrero de 1932 y se estrenó como cartonista en 1957. Creó decenas de historias, entre ellas varias de ninjas, llamadas de Artes Marciales (Ninjutsu). Entre sus trabajos más conocidos se encuentran Ninja Bugeichô (1959), Sasuke (1961), Kamui Den (1964) e Watari (1965).

El manga de Fujimaru era diseñado por Fumio Hisashi y fue publicado por la revista Bokura, en 1965. No obstante, la animación de la serie de televisión estuvo a cargo de otro grande de la animación, Hayao Miyazaki, para la productora Toei Doga. Se estrenó en Japón el 7 de junio de 1964 y culminó el 31 de agosto de 1965. Contaba con 65 episodios y su nombre original es Shonen Ninja Kaze No Fujimaru. En Brasil se le conoció como “Samurai Kid”, mientras que en los países de habla inglesa, la serie se tituló “Young Ninja of the Wind, Fujimaru”

La historia se hace compleja, a medida que avanza la acción: En el Japón del Shogunato Tokugawa, Fujimaru encontrará al doctor Kenshin, al Maestro Yukan, a la niña Menika, al niño Taro y al mapache Ponkichi, entre otros; y se enfrentará a Konposai, un maestro en las artes de expeler fuego que está detrás del manuscrito del Libro de Ryuen, un rollo-pergamino con terribles técnicas ninjas el cual se encuentra en poder de Fujimaru. El manuscrito también es buscado por los agentes de Shogún, pero el secreto terrible que él encierra sólo es revelado al final de la serie, cuando Fujimaru por fin se reencuentra con su madre.

Con muchas escenas de combate entre Fujimaru, ninjas y Konposai, esta serie mostraba al protagonista como un joven héroe con absoluta confianza en sí mismo y valor, cualquiera que fuese el enemigo a enfrentar. Además, presentaba su aprendizaje, la forma como sus maestros estimulaban su manera de pensar y su crecimiento interior.

La capacidad de dominar el viento, así como poder multiplicarse con imágenes temporales, entre otras habilidades, eran algunas de sus armas secretas. Aún hoy, al ver nuevamente algunas escenas de la serie, sorprende el manejo de la acción, la importancia dada a la música incidental y al sonido en los enfrentamientos con sables, así como el uso de diversas armas como boleadoras y pequeñas “estrellas de acero” que agredían mortalmente a los oponentes.

El Pequeño Ninja Fujimaru fue una producción de calidad, con dibujos estilizados, un manejo adecuado del lenguaje cinematográfico, escenas de luchas muy bien recreadas y técnicas de animación simples y eficientes.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Instrucciones para llorar...


Alguna vez oí en una obra teatral que llorar era bueno, porque las lágrimas permitían lavar los ojos y de esta manera podíamos mirar las cosas de otra manera. A lo mejor es cierto: realmente requerimos limpiar nuestra mirada de tanta tristeza, de tanto vicio de mirar de una determinada forma, para alcanzar una nueva perspectiva de la vida, tal vez.

Por el momento, comparto estas instrucciones para llorar, que nos dejara ese grande de la literatura, Julio Cortázar, en su Historias de cronopios y de famas:

"Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.

Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.

Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos."

El auriga


"Es, pues, semejante el alma a cierta fuerza natural que mantiene unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y aurigas de los dioses son todos ellos buenos y constituidos de buenos elementos; los de los demás están mezclados. En primer lugar, tratándose de nosotros, el conductor guía a una pareja de caballos; después, de los caballos, el uno es hermoso, bueno y constituido de elementos de la misma índole; el otro, está constituido de elementos contrarios, y es él mismo contrario. En consecuencia, en nosotros resulta necesariamente dura y difícil la conducción."

Platón.
Fedro, o de la belleza.
pp.76 y 77

sábado, 23 de octubre de 2010

Emerio Darío Lunar: Una flor en el desierto


El primer recuerdo que me viene a la mente de tío Emerio es el de una persona entregada a su labor de pintar, rodeado de latas de pintura de aceite, pinceles, en el improvisado taller en el cual trabajaba en la casa de mi abuelo, acompañado de gallinas, palomas y gatos. Estaba ubicado en la “enramada”, en la parte posterior de una casa humilde, en el sector Las Cabillas, en Cabimas, donde acompañado de un termo de café y cigarrillos, daba forma a lo que su mente creativa imaginaba, ya en sueños, ya con la mirada perdida en un horizonte que nadie veía.

Sin embargo, la imagen más duradera que tengo de él no proviene de mis recuerdos. Es una imagen prestada de la portada de la edición 57/58, del año 1980, de la revista Respuesta del Zulia, ya desaparecida: lo presenta ataviado de traje y corbata, pelo largo, sobre los hombros, bigote y barba cerrada, en un basurero y con unos balancines de fondo. El título es elocuente: «Una flor en el desierto. El reclamo histórico de la zona petrolera». Lo que más me impresionó fue su mirada, con esa profundidad y un dejo de desamparo. Era él, pero a la vez no lo era. En la foto era un símbolo del triunfo sobre la adversidad, pero para mí ha sido desde entonces la viva representación del desarraigo, de la soledad…

Algún día compartiré algunas cosas que sé de él, esas que no se publican en los periódicos ni en las revistas, si no que se acumulan en el corazón...

martes, 3 de agosto de 2010

Marilyn mirándome en la ventana


Te imagino
apoyada en la ventana,
la mirada entre altiva e incitante.
Desdeñosa escudriñas mi figura.
¿De qué niñez perdida me hablas?
¿De cuántas sábanas desordenadas
en un amanecer que nunca llega?
Con tu escote me invitas
a tocar tu piel;
pero tu mirada, Marilyn,
tu mirada…
No deja perderme
en un torbellino ilusorio.
Sólo refleja tristeza y abandono.
Me recuerda mi soledad.

miércoles, 28 de julio de 2010

El combate contra el mal nunca cesa

El 19 de octubre de 1999, la Corte del Distrito Tokio, en Japón, encontró a Toshio Egi culpable de cargos por drogas. Egi, quien para el momento era el presidente de una agencia de talentos, había sido miembro de un popular grupo musical llamado “Four Leaves.” Sin embargo, la noticia difundida por Sankei Sports al día siguiente de la decisión judicial habría pasado inadvertida para los lectores occidentales de no ser porque el acusado fue protagonista de la exitosa serie “Monstruos del Espacio”.

El rol de Toshio Egi fue el de Miko, hijo del periodista Tom Mura y Tomoko. El sería la persona escogida por el sabio Metuseh y Goldar, el robot con poderes especiales, para que los ayudara en su lucha contra el malvado Rodak, quien en su intento por adueñarse de la tierra no vacilaría en enviar los más diversos y extraños monstruos desde el espacio para hacer que los terrícolas se rindieran a sus pretensiones.

Esta serie japonesa con actores reales fue conocida en Japón como Ambassador Magma, en Brasil como “Vingadores do Espacio” y bajo el nombre de “Space Giants” fue difundida en Estados Unidos a finales de la década del 70. Estaba basada en una historieta del mítico Ozamu Tezuka; y fue publicada como suplemento en la revista Shonen Gahosha Magazine bajo el nombre de Ambassador Magma.

Una serie de impacto internacional

El cartonista Tomio Sagisu, fundador de la firma P-Productions, contactó en 1966 a Tezuka y a su firma Mushi Productions, responsables de otros éxitos como Astroboy, Los Tres Espaciales y Kimba, para trasladar el personaje a una nueva serie de acción con actores reales. Tezuka aceptó, pese a tenerla ya planeada en una versión de dibujos animados; y la serie finalmente disfrutaría de una peculiar mezcla de film y animación. El argumento televisivo tampoco fue tan fiel al original, convirtiéndose más que nada en una continuación del cómic.

A Latinoamérica llegaría, junto a un enorme lote de comiquitas entre las cuales destacaban Meteoro, Kimba el León y Fujimaro del Viento, a principios de los años 70, pero no fue sino hasta 1978 cuando fue mostrada en Inglés alrededor del mundo, incluyendo Australia.

Fue doblada al inglés originalmente en 1970 bajo el título de “Space Avengers” manteniendo el tema musical original japonés, pero no fue vendido a ninguna estación de televisión hasta seis años más tarde bajo el nombre de “Space Giants”, con una nueva canción introductoria. Peter Fernández fue el responsable del doblaje para la versión inglesa, después de su éxito con Meteoro y Marino y la Patrulla Oceánica.

La historia retomaba elementos de Godzilla y las incursiones de habitantes del espacio exterior: La Tierra, nuevamente vía Japón, es amenazada por Rodak, conquistador de otras galaxias, quien ha vuelto sus ojos hacia nuestro planeta y ambiciona agregarlo a su colección, estimulado por las maravillas que este posee. Para suerte de los terrícolas, otros seres del espacio vienen del planeta ZFS para ayudarnos: el viejo sabio Metusen, de larga y blanca cabellera; y un par de robots, Goldar y Silvar, creados por él, quienes tienen la capacidad de transformarse en cohetes.

Monstruos del Espacio fue una serie de bajo presupuesto y contó con 52 episodios. Cada capítulo constaba de cuatro partes, con una duración total de 25 minutos. Resguardando los costos, únicamente un traje de monstruo se requería para cada capítulo. Los ojos y la boca de las mascaras de Goldar y Rodak no se movían para nada y nunca veías la transformación total de Goldar y su familia como robots.

Lucha de titanes

Toda historia tiene un comienzo y Monstruos del Espacio no es la excepción. El primer episodio fue quizás el más fiel a la historieta original: Un cometa cae en Tokio. Un hombre misterioso entra en una cabina telefónica y llama a un reportero de periódico llamado Mura. Quien atiende es Miko, su hijo. El hombre informa que Rodak, un conquistador del espacio, quiere encontrarse con él. Mura toma la llamada como una broma y la ignora.

En la mañana siguiente, Mura, su esposa Tomoko y Miko son transportados en el tiempo al pasado y se ven en una balsa. Un dinosaurio surge, amenazador, pero la nave voladora de Rodak también aparece y destruye al monstruo. Rodak expone sus intenciones y ordena a Mura que diga al mundo todo lo que vio. Miko toma fotografías de Rodak. Después de recibir el mensaje, la familia de Mura regresa al tiempo normal.

Al día siguiente, Miko es visitado por Goldar, que le pide copias de las fotos de Rodak. Goldar lleva a Miko hasta el corazón de un volcán, el Monte Olimpo, donde vive con su mujer Silvar y con Metuseh. El sabio explica el peligro que representa Rodak y destaca que Goldar, con sus enormes poderes, está allí para ayudar a los habitantes de la tierra.

Encantados con Miko, Goldar y Silvar piden a Metuseh que les de un hijo. Metuseh crea entonces a un tercer robot-cohete con forma de niño, que es llamado Gam. Goldar da a Miko un silbato. Cuando requiera de su ayuda, Miko deberá tocar una vez para llamar a Gam, dos veces para Silvar y tres veces el propio Goldar. Gam hace su primer vuelo llevando a Miko de vuelta a casa.

Rodak inicia entonces un ataque continuado contra la tierra para lograr su rendición, para lo cual emplea una sucesión de monstruos, entre los que se encuentran Molesaurus, un montruo subterráneo;el alado Birdaurus, los encapuchados Lugones (quienes se convierten en una masa gelatinosa azulácea cuando son aniquilados), el metálico Noronda, la abeja gigante Nardo, el minimonstruo Lodi, y Kono, “la mayor criatura de todas”, el cual en realidad es Rodak en una forma alterna. Goldar y su familia continuamente enfrentan a los enemigos venidos del espacio exterior. La historia incluye situaciones como la sustitución de la madre de Mikko por los lugones.

El final de Rodak

En el último capítulo, Rodak envía al monstruo Kyono para la Tierra y arma un plan para colocar a Goldar fuera de acción: Captura a Miko y lo lleva prisionero para su nave. Bajo engaño, hace que el niño llame a Goldar (él también llama a Gam). Rodak, entonces, revela su plan: necesitaba que Miko trajera al héroe cerca de su nave, equipada con ondas electrónicas especiales, para poder provocar un problema en su sistema de navegación, haciendo que éste se perdiera y vagara en el espacio por siempre. El plan resulta. Mientras tanto, Gam rescata a Miko y logran escapar de la nave.

Más tarde, Silvar y Gam salen en busca de Goldar. Metuseh se traslada al planeta Hanada, donde Goldar podría encontrar combustible y regresar a la Tierra. Cuando lo encuentran, ya sin combustible, lo ayudan a localizar el planeta y a reabastecerse. Goldar consigue regresar, enfrenta a Kyono y lo destruye.

Kyono era el más fuerte y peligroso de los monstruos enviados por Rodak, su última oportunidad de conquistar la Tierra. Por eso, se había incorporado en el cuerpo del monstruo para darle su fuerza e inteligencia. Así, cuando Goldar destruyó a Kyono, también acabó con Rodak. El final es previsible: Goldar, Silvar y Gam se despiden de sus amigos terrestres y regresan con Metusen a su planeta, esperando tener una nueva oportunidad de reencontrarse en el futuro.

Epílogo

Pasados los años, nunca más volvimos a saber de la serie ni de sus protagonistas. Quizá las nuevas tecnologías evidenciarían la pobreza de recursos técnicos de “Monstruos del Espacio”, razón por la cual nunca más fue repuesta en las televisoras locales.

El incidente de drogas que llevó a Egi a tan comprometida situación el 11 de mayo de 1999, cuando sirvió a una amiga un trago con drogas, puso su nombre en el tapete nuevamente para los espectadores occidentales. Egi recibió una sentencia suspendida de 31 meses con cinco años bajo supervisión, lo cual significaba que si permanecía fuera de problemas durante ese período, no tendría que preocuparse acerca de ir a la cárcel.

Cuando convocó a la conferencia de prensa después del veredicto, los reporteros observaron que se veía aliviado por la decisión del tribunal. La lucha contra el mal esta vez no se libraba en contra de un enemigo venido del espacio, sino confrontando sus propias debilidades humanas.

Egi declaró: “Acepto la decision de la Corte. No tengo excusas”. Prometió continuar trabajando para su agencia de talento, de cuya presidencia fue removido, bajo su nombre real de Manabu Kamei. Takashi Aoyama, ex-miembro de “Four Leaves,” asumió la posición vacante de presidente y prometió que todos los miembros ayudarían a Egi para un nuevo comienzo. Por su parte, el otrora niño actor destacó que apreciaba profundamente el apoyo de sus amigos. “Mi esposa me ha dicho: Si te comportas, te perdonaré”. Era un final auspicioso. Después de todo, la lucha contra el mal nunca cesa.